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Los 5 umbrales

(Artículo inspirado en el vídeo “5 gateways” de Chris Bourne, Openhand Foundation)

La Humanidad se encuentra a las puertas de un salto evolutivo, nuestro proceso de evolución nos ha traído a un punto en el que un nuevo paradigma se está desplegando ante nosotros. Este nuevo paradigma supone un escalón más en nuestra evolución y su aceptación nos llevará a un cambio sustancial en la forma en que vivimos nuestras vidas y entendemos el mundo. El Amor, el disfrute y el respeto hacia toda forma de vida son claves en este nuevo entendimiento del mundo que nos rodea.

Desde hace unos años ha ido aumentando el número de personas que se hacen preguntas como “¿quién soy yo?”, “¿por qué estoy aquí?”, “¿existe el destino?, ¿qué es exactamente?”, “¿en qué consiste la iluminación?”… El hecho de que cada vez más y más individuos se cuestionen este tipo de incógnitas supone un despertar espiritual que poco a poco se está produciendo a lo largo y ancho de todo el planeta; esto forma parte del proceso al que Chris Bourne –miembro de la fundación Openhand para el desarrollo espiritual– llama “esencialidad”.

Este proceso implica un paso de la sensación de separación a una conciencia de unión que nos lleva a descubrir quienes somos realmente. Aunque hay aún mucha gente que no percibe esto, que se siente separada, aislada del resto y continua luchando con los demás y con el mundo, hay ya muchas personas que comienzan a percibir un nuevo nivel de vibración que se está estableciendo y que podemos experimentar todos, aquí y ahora.

La mayoría de las personas aún se encuentra identificada con el “drama externo”; viven sus vidas inmersos en las preocupaciones del día a día, enfocados en los problemas que les afectan, inmovilizados por los miedos que les acucian… Sin embargo, en cualquier momento de esas vidas puede aparecer un elemento decisivo, ocurrir un incidente que actúe como detonante para el cambio de conciencia: el fin de una relación, un patrón de conducta que ya no nos funciona, un cambio de domicilio a un lugar más inspirador, un accidente, etc… De pronto, como activados por un invisible resorte de la vida, nos encontramos mirando hacia dentro, y es en ese momento decisivo en que miramos hacia el interior, que comienza el camino de la transformación.

Este proceso de transformación, que algunos llaman “iniciación”, es una expansión de la conciencia gracias al cual comenzamos a ver la realidad de forma distinta. A medida que avanzamos por ese camino de transformación y evolución espiritual, vamos cruzando ciertos umbrales que nos indican que hemos llegado “un poco más allá”, que nos hacen saber que vamos avanzando. Chris Bourne nos habla de cinco umbrales, que explicaremos a continuación.

Primer umbral: el Despertar
La clave: rendirse


“Sabe que el Universo no es más que un sueño, un engaño de la Naturaleza para poner a prueba tu conciencia de la inmortalidad”. Paramahansa Yogananda.

En este umbral despertamos a la interconectividad, a la unidad con toda vida. Es un punto sin retorno tras el cual la vida ya no volverá a ser igual.

La sociedad actual está configurada de manera que nos distrae constantemente y nos aparta de la conexión con nuestro interior; nos ofrece todo tipo de entretenimiento e información en que nos sumergimos junto con nuestros problemas, relaciones, expectativas y preocupaciones de todo tipo. Nuestra alma se fragmenta para atender por separado a todas estas cuestiones que sentimos que tenemos que resolver, y se va disipando en los patrones de comportamiento asociados al drama externo. Así buscamos sin encontrar, y nos sentimos perdidos y desorientados, no hallamos el sentido, algo que nos llene y nos complete.

Pero un día nos rendimos, cansados de luchar contra todo lo que nos rodea, agotados de buscar y no encontrar, de no comprender y sentirnos desorientados. En ese instante en que nos rendimos y dejamos de luchar, llega el momento de conciencia; vemos algo de forma distinta a como veíamos antes, sentimos de pronto una conexión con el entorno, algo que nunca antes habíamos sentido, experimentamos una sensación de paz inequívoca… Ése es el momento en el que acabamos de despertar.

Nos encontramos a las puertas del primer umbral, el del despertar a una nueva conciencia, y por un momento hemos vislumbrado la posibilidad de una nueva visión donde no estamos inmersos en problemas y preocupaciones sino en un estado de paz y comprensión en el que todo es como debe ser. Para mantener esta sensación debemos cruzar el primer umbral y pasar a través de la puerta del despertar. Para ello debemos convertirnos en el “observador”, observarnos a nosotros mismos, nuestras interacciones con otras personas, nuestras emociones, reacciones, pensamientos y comportamientos, ser testigos de lo que hacemos y decimos, incluso de lo que comemos y de cómo nos vestimos. Así nos situaremos no ya dentro del drama sino por encima de él, y al observarnos a nosotros mismos desde fuera nos daremos cuenta de que NO somos todo eso que estamos viendo, no somos lo que decimos o hacemos o pensamos o sentimos. Entonces sabemos a ciencia cierta que nos encontramos en un momento de verdadero descubrimiento de quienes somos en realidad, y estamos preparados para conocer el siguiente umbral.

Segundo umbral: el Realineamiento
La clave: seguir al corazón


“Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio… en ese espacio está el poder de decidir nuestra respuesta. En la respuesta reside nuestro crecimiento y nuestra libertad”. Viktor Frankl.

Tras un tiempo despiertos, sentimos que estamos siendo guiados por un camino. Elegir conscientemente transitar esa senda nos llevará a los sitios donde nos quedamos estancados, con el motivo de poder dejar ir cada obstáculo que nos impide avanzar. Al tomar la decisión de seguir esta guía, se nos plantea la siguiente pregunta: “¿Estamos realmente dispuestos a ser libres?”. En el momento en que respondemos “SI”, nos ponemos en manos de nuestro corazón y nos realineamos con nuestro interior.

Entonces darnos tiempo a nosotros mismo para disfrutar de la vida es clave para cruzar el segundo umbral; pasear por la naturaleza, jugar, meditar, realizar alguna actividad artística… con estas actividades nuestra alma se fortalece y el corazón comienza a abrirse, los sentidos se despiertan y se agudizan (somos más conscientes de las formas y los colores, los olores son más intensos, la comida tiene más sabor, sentimos mejor las texturas…) y un sexto sentido se despierta en nosotros, un sentido que percibe las sincronicidades y amplía nuestra intuición.

En este punto también es importante aceptar todo lo que ocurre a nuestro alrededor, dejar atrás las expectativas y simplemente aceptar todo tal cual es. En el instante en que nos comprometemos a aceptar lo que sea que esté por venir en la forma en que se presente, es el momento en el que cruzamos el segundo umbral.

Tercer umbral: la Transfiguración
La clave: caminar el camino


“Sabiduría integral implica la participación directa en todo momento: el observador y el observado se disuelven en la luz de la conciencia pura, y ningún concepto mental o actitud están presentes para atenuar esa luz”. Lao Tzu.

En este umbral se produce un dramático cambio en la percepción de la identificación con la personalidad al ser “el observador”, expresado por el alma a través del cuerpo-mente. La transición que tiene lugar en este nivel del camino espiritual es la más poderosa.

A lo largo de la vida vamos construyendo un “falso-Yo” utilizando como filtro nuestras experiencias, relaciones, miedos… Cuando el “observador” brota desde las profundidades de nuestro interior, pasa y deja atrás todos esos filtros. Por eso es importante prescindir de lo que no somos, aquello con lo que hemos ido construyendo el “falso-Yo”, para facilitar la salida al exterior de lo que sí somos en realidad, de nuestro “verdadero-Yo”.

Para dejar atrás los patrones antiguos que ya no nos sirven (hábitos, relaciones, actividades y modos de vida que nos llevan a la identificación con el “falso-Yo” y que por tanto nos apartan de nosotros mismos) es importante hacer ejercicios que nos conectan con nuestro yo interior y fortalecen nuestro “verdadero-Yo” (como el Tai Chi, la meditación, etc…) Este es un camino de purificación que nos lleva hacia el reconocimiento de lo que somos verdaderamente, nos convierte en quienes realmente somos.

Cuarto umbral: la Iluminación
La clave: confrontar el karma


“Tu dolor es la ruptura de la concha que envuelve y contiene tu entendimiento. Al igual que la semilla del fruto debe romperse, y que su corazón debe exponerse al sol, así debes conocer tu dolor”. Kahlil Gibran.

Todo fragmento del alma que aún se identifica con la personalidad debe ser en este nivel liberado y “reconectado”, hasta que el alma quede totalmente integrada con nuestro ser. Pero es también en este punto en el que aparece una sombra, la sombra de la duda que nos hace cuestionarnos qué estamos haciendo, qué es lo que estamos experimentando realmente. Un fragmento aún se identifica con el drama externo o bien puede ocurrir que la experiencia es tan profunda y hermosa que la queremos poseer; para encontrar a la esa sombra, que nos hace dudar y que no trae el afán de poseer, debemos viajar a nuestro pasado…

Cada uno de nosotros trae a su vida actual el eco de las experiencias dramáticas de vidas pasadas y las “recrea” de una u otra forma, puede que con un aspecto muy distinto pero con un trasfondo similar. Para cruzar el cuarto umbral debemos liberarnos de esa carga de vidas pasadas que traemos a la presente, y la única forma de hacerlo es enfrentarse al karma, rendirnos y dejarnos guiar a través de la experiencia, pasar por ello con aceptación y saber que NO somos esas experiencias, no identificarnos con ellas.

Para atravesar el karma y desprendernos de él tenemos que mirar en nuestro interior y darnos cuenta de cuáles son los verdaderos motivos de nuestras acciones, de nuestros comportamientos. Dejándonos conducir por nuestro guía interior, debemos aceptar e integrar esa parte de nosotros que viene de las experiencias pasadas, tenemos que explorar hasta el fondo de nuestro interior y enfrentar sin miedo lo que allí encontremos. En el instante en que logramos esto, el karma se diluye y cruzamos el cuarto umbral.

El quinto umbral: la Resurrección
La clave: profunda honestidad con nosotros mismos


“Todos saben que la gota se funde en el océano, pero pocos saben que el océano se funde en la gota”. Kabir.

En este nivel de transformación nuestros siete vehículos de expresión (o siete cuerpos) son finalmente limpiados, reactivados y energetizados. Desarrollamos así una vida multidimensional.

Normalmente utilizamos el vehículo de expresión de la forma, es decir, el cuerpo físico, y a menudo nos identificamos con ese cuerpo, creemos que eso es lo que somos. Sin embargo tenemos siete vehículos de expresión; cuando el alma los integra a todos nos aporta una nueva sensibilidad a la sincronización, nos volvemos más psíquicos y desarrollamos lo que mencionábamos en el apartado del segundo umbral como un sexto sentido.

En este nivel trabajamos con los últimos fragmentos del alma, pero ya no nos perdemos en ellos sino que los activamos. Así, nos vamos comportando de forma cada vez más auténtica y vamos creando nuestra propia experiencia, nos convertimos en creadores de nuestro propio destino. Por ello, para cruzar este umbral debemos reconocer estos últimos fragmentos y disolverlos, abriéndonos y relajándonos, revisitando nuestro interior una y otra vez para volver sobre ellos como se vuelve sobre las malas hierbas al limpiar el jardín. La purificación es una actividad constante.

Esto debe traerse a la experiencia diaria y compartirlo con la familia, los amigos… hay que dejar al alma hablar a través de los distintos vehículos de expresión, que se irán desarrollando a medida que avanzamos. En este punto todos nos habla y habla a través de nosotros, nos damos cuenta de que estamos en realidad rodeados de milagros cada día, y esos milagros se expresan a cada momento en su propia forma, o a veces a través de nosotros.

Un nuevo paradigma

Algunas personas se encuentran aún atrapadas en su realidad, marcada por el drama externo, pero otras muchas ya se preguntan si hay algo más, y comienzan a transitar este camino y a cruzar estos cinco umbrales, abriendo sus corazones y sus mentes a un nuevo paradigma donde poco a poco todo va encajando en su lugar perfecto.

Vivimos entre dos mundos: uno donde existen las injusticias, ricos y pobres, problemas y preocupaciones constantes; otro donde el enriquecimiento es espiritual y la evolución constante. Según la energía de cambio que se mueve actualmente, uno se fundirá con el otro. La cuestión es qué mundo vas a elegir habitar, si decides identificarte con un mundo donde vives desorientado y perdido en el drama o decides aceptar lo que es, rendirte y dejarte guiar por tu interior hacia la conexión con un universo de espiritualidad, de conciencia y de descubrimiento de tu verdadera identidad. La decisión es enteramente tuya.